Durante décadas, los 21 años representaron en nuestro país la mayoría de edad absoluta, si bien en el año 2009 se redujo a los 18 años.
Quizá como una paradoja de nuestras vidas, del devenir de nuestra cultura nacional, el 17 de Noviembre en el marco del 25° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, finalmente se estrenó en copia restaurada luego de ser rescatada en España por su Director Jorge Polaco la película argentina ¨Kindeergarten¨. El film que debía estrenarse en 1989 lleva el triste ¨galardón¨ de haber sido la única película prohibida en democracia en nuestro país.
La historia dice que ¨alguien¨ pudo presenciar filmaciones de este largometraje, que su director describe como un sueño incómodo, alucinante, inesperado y romántico, donde se exponía a menores a posibles actos de corrupción y entabló una demanda judicial que llevó a la prohibición del estreno y a 21 años de ostracismo del film. Con los años esta prohibición se levantó pero fué el mismo Polaco quién se opuso a que fuese proyectada.
Los protagonistas Graciela Borges y Arturo Puig defendieron a capa y espada el producto pero nada pudo hacerse y debieron pasar 21 años para que, a modo de homenaje-estreno-reinvidicación, el film viera la luz.
Este hecho, que me parece de los mas nefastos que ha debido soportar la sociedad argentina en el plano de la cultura y el espectáculo, me recuerda a otros similares y que brevemente trataré de reseñar.
En el año 1994 Telefé comenzó a trasmitir la miniserie ¨La marca del deseo¨ un thriller erótico protagonizado por Gerardo Romano y Sandra Ballesteros. La historia refería a las andanzas de un psicópata que luego de seducir mujeres las duerme y las tatúa, dejándoles una marca indeleble de lo sucedido en la cama. Sandra Ballesteros es la mujer policía a cargo de la investigación que termina obsesionada con el seductor. Tal fue la repercusión de los dos primeros capítulos donde Romano mantenía candentes escenas con Esther Goris y un triángulo sexual con dos jovencitas que, aparentemente, la Cámara Argentina de Anunciantes de TV presionó a sus integrantes para que no apoyen el proyecto. Eso nunca fue confirmado por la gerencia de Telefé quienes argumentaron no haber visto la serie y haberla comprado a ciegas antes de darse cuenta de que no concordaba con la línea editorial de la emisora y decidir quitarla de la grilla. Como dato llamativo, el guión de tan ¨procaz¨ miniserie pertenecía a Claudio María Domínguez, el hombre paz y amor... En 1997 Canal 9 (no recuerdo si en esa época era Azul, Libertad, Líder o Ganador) se decide a trasmitir la miniserie. El resultado: pasó sin pena ni gloria, la supuesta procacidad, alto contenido erótico, etc. pareció no ser tal tan solo tres años después. Sin dudas, una vez mas se demostró que la censura, la prohibición y el impedimento solo logran potenciar el deseo hacia lo supuestamente condenable o perverso. El hipotético remedio termina potenciando el síntoma.
Por otro lado recuerdo cuando a mis 13 o 14 años, allá por 1984/5 Carlos Morelli y Rómulo Berrutti anunciaban desde la clásica barra de ¨Función Privada¨ la proyección ¨sin censura¨ y por primera vez en televisión de ¨El trueno entre las hojas¨ (1956) el film de Armando Bó protagonizado por la bella Isabel Sarli en todo su esplendor. Esta película fue la primera de este dúo y también el inicio de un ciclo plagado de actos de censura, prohibiciones, luchas y hasta huelgas de hambre cuando el INCAA le negó el recupero con que contaba toda la producción nacional por ser ¨Fiebre¨ (1970) una película sobre zoofilia - la primera en el mundo -. Lo que yo y cualquier espectador pudo observar en esa famosa trasmisión fue que casi 30 años después de ser filmada ¨El trueno ...¨ era solo el inicio de una saga de erotismo soft, con sus máximas expresiones en los pechos de Isabel flotando en las aguas de algún río, el sexo duro y violento, los elementos oscuros como las leyendas paganas, la zoofilia y el incesto. Hoy todo este erotismo campestre e inocente se ha convertido en cine de culto para muchos.
Al igual que en los casos anteriores, creo que la publicidad que genera la pacatería, aunque triste, representa un elemento que mientras no trascienda por años y no hiera al producto se termina convirtiendo en una boletería con ventanilla abierta las 24 horas del día.
En el caso de Kindergarten lamentablemente la herida fué profunda y llevó toda una vida para que pueda sanar. Fueron 21 años para que Jorge Polaco, al igual que un adolescente en los años 90 pudiese hacer uso de sus plenos derechos...